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Subir al ómnibus, una tarea casi imposible para personas con discapacidad de la ciudad de Córdoba

Que deben viajar acompañados, que mejor esperen el siguiente coche, que no hay lugar o que es necesario presentar un certificado para comprobar su estado de salud son algunas de las cosas que los pasajeros con discapacidad tienen que escuchar a la hora de intentar subir a un ómnibus del servicio urbano de la ciudad de Córdoba.

En algunos casos logran ascender al ómnibus luego de insistir y discutir. En la mayoría, terminan optando por usar otro medio de transporte o directamente no viajar. La situación ocurre a diario, incluso en las unidades que cuentan con rampa o elevadores para sillas de ruedas.

Poder circular en la ciudad para alguien con alguna discapacidad, termina dependiendo de la amabilidad y empatía de cada chofer.

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Días atrás, Celeste Maldonado (21) se hizo viral por publicar en su cuenta de Instagram un episodio de este tipo. Un chofer de la línea 53 le negó el acceso alegando que el coche estaba lleno y decidió colocarse en medio de la calle y no dejarlo avanzar. Aun así no logró viajar.

“Era la primera vez que me cruzaba con ese chofer. Me dijo que venía lleno pero nuestro está reservado, no lo tiene que ocupar otra persona. No había alguien con silla de ruedas ocupándolo”, contó Celeste en diálogo con La Voz.

La joven utiliza colectivos a diario para ir a trabajar o ir al médico y aseguró que siempre tiene problemas, no importa de qué empresa se trate. “Todos los días es así, todos los días reniego con alguien. Es indistinto que tengan o no rampa, a veces la tienen y lo mismo buscan excusas para no subirme”.

Por usar silla de ruedas, Celeste Maldonado sufre dificultades cada vez que intenta tomar el transporte urbano de la ciudad. (José Hernández / La Voz)
Por usar silla de ruedas, Celeste Maldonado sufre dificultades cada vez que intenta tomar el transporte urbano de la ciudad. (José Hernández / La Voz)

A raíz de una enfermedad, a Celeste le amputaron la pierna izquierda cuando era muy chica pero casi no utilizaba silla. La empezó a necesitar de forma permanente desde que la operaron en diciembre pasado y así fue que empezó a lidiar con las dificultades de subir a un colectivo.

“Después de renegar varias veces me encerré como dos meses, no quise salir más de mi casa por todo lo que implicaba, era muy frustrante. Empecé a salir de nuevo por incentivo de mis amigos y me empecé a parar de otra forma ante la situación”, confesó.

De acuerdo con la ordenanza N° 12.728 las empresas concesionarias deben asegurar que el 70% de la flota de cada línea sean unidades adaptadas para el transporte de personas con discapacidad o movilidad reducida (dos espacios como mínimo) y contar con los accesorios necesarios para la sujeción, el ascenso y el descenso.

Por usar silla de ruedas, Celeste Maldonado sufre dificultades cada vez que intenta tomar el transporte urbano de la ciudad. (José Hernández / La Voz)
Por usar silla de ruedas, Celeste Maldonado sufre dificultades cada vez que intenta tomar el transporte urbano de la ciudad. (José Hernández / La Voz)

Pero todos estos requisitos ya no son el problema. Hoy se cumplen y sin embargo sigue habiendo dificultades en la accesibilidad. “Líneas como la 40, 42 y 43 son coches 0 km que tienen unas rampas que necesitan que el chofer accione un botón porque son como un ascensor, se manejan con control. Ni siquiera tienen que bajarse, pero como demora más, algunos me dicen que no les funciona y que espere al próximo colectivo de piso bajo”, comentó Celeste.

En el caso de los coches con piso bajo sí es necesario que el chofer baje para extender y luego cerrar la rampa, pero solo en los casos que el mismo pasajero no pueda hacerlo. De todas formas, el proceso conlleva menos de dos minutos en total.

Un caso de muchos

El caso de Celeste ha servido para visibilizar una problemática que muchos pasajeros con discapacidad también viven a diario pero que, por cansancio o resignación, han naturalizado como parte normal de su cotidianeidad.

Bárbara Gatto (37) tiene cuatro hijos con discapacidad de entre 15 y 2 años. Mientras los más grandes sufren de afecciones mentales, la más chica tiene parálisis cerebral y discapacidad motriz. Para viajar con ella usa un coche postural de traslado, una especie de silla de ruedas adaptada que parece un cochecito común.

Esa similitud y el hecho de que la condición de su hija no se nota a simple vista, son factores que le juegan en contra.

“El concepto que hay de discapacidad es que si no se ve, no es tan grave. Los choferes dudan de la discapacidad de mi nena y no me dejan subir o no me ayudan para hacerlo. Algunos me piden que les muestre el certificado. Es una situación horrible, te hacen pasar un momento espantoso como si uno tuviera ganas de mentir con esto”, se lamentó.

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El último episodio que vivió fue con un chofer de la línea 74 que le exigió que debía subir con su hija en los brazos y el coche de traslado cerrado. “Ella ya pesa 15 kilos, para mi es imposible alzarla”, explicó. A pesar que la mujer rompió en llanto, nada conmovió al conductor y terminaron tomando un Uber para llegar al médico.

Que le exijan mostrar su certificado de discapacidad es algo que también le ocurre a Javier Castillo (42) quien toda su vida utilizó silla debido a una cuadriplejia flexible que afecta su columna.

“A veces si no tengo conmigo el certificado me dicen que no puedo subir y otras veces me han bajado por eso. Si estás viendo que soy discapacitado en vivo y en directo ¿por qué tengo que mostrarte un papel?”, dice indignado.

Muchas veces opta por tomar un taxi o remis pero tampoco es fácil. Mucho apagan las luces o pasan de largo cuando notan que usa silla.

Por usar silla de ruedas, Celeste Maldonado sufre dificultades cada vez que intenta tomar el transporte urbano de la ciudad. (José Hernández / La Voz)
Por usar silla de ruedas, Celeste Maldonado sufre dificultades cada vez que intenta tomar el transporte urbano de la ciudad. (José Hernández / La Voz)

“Tengo que esperar al colectivero bondadoso, algunos ya me conocen y me dejan subir o me dicen los horarios en que pasan para que viaje con ellos. Dependo de su amabilidad y muchas veces prefiero esperarlos aunque llegue más tarde”, cuenta.

Rocío Zitelli (27) tiene una discapacidad motora pero no utiliza silla, sus inconvenientes surgen a la hora de pedir un asiento adelante o de bajar y subir de la unidad.

“Se estacionan lejos de la vereda o en el medio del agua, no ayudan para subir ni tampoco cuando querés bajar. Yo saltar no puedo asi que si voy sola si o si me tengo que mojar o pedirle a otro pasajero ayuda. Muchas veces me bajo por adelante aunque me hagan mala cara”, se quejó Rocío.

Por usar silla de ruedas, Celeste Maldonado sufre dificultades cada vez que intenta tomar el transporte urbano de la ciudad. (José Hernández / La Voz)
Por usar silla de ruedas, Celeste Maldonado sufre dificultades cada vez que intenta tomar el transporte urbano de la ciudad. (José Hernández / La Voz)

Pero siempre es peor cuando sale con Ignacio Andreis (27), su novio, quien usa silla y ya optó por casi no tomar colectivos.

“Cuando voy con él es siempre lo mismo: la rampa no anda, está trabada o no hay espacio. Tenemos un servicio adaptado para nosotros al que tenemos derecho y lo mismo no podemos llegar a los lugares que queremos. Hay mala voluntad de los choferes y de la gente que no ayuda también”, sentenció.

La respuesta de las empresas

Consultados sobre esta situación, desde Coniferal y Tamse coincidieron en el repudio hacia este tipo de actitudes de los conductores a las que juzgaron de “injustificadas” y de no ser el reflejo de lo que como empresa intentan transmitir respecto de la inclusión.

También aclararon que no es obligación para el pasajero con discapacidad presentar un certificado o viajar con un acompañante, que su espacio debe estar reservado y que ayudar a quien lo necesite para subir a la unidad forma parte del trabajo de los choferes.

“El Convenio Colectivo de los trabajadores de UTA no contempla que el chofer tenga que asistir a las personas con discapacidad porque es de 1973 y no se ha modificado nunca, pero otra cosa es lo que nosotros les exigimos a los empleados. Ellos tienen la obligación de subir a las personas con discapacidad porque nuestros colectivos están preparados con rampas para tal efecto”, precisó a La Voz Eduardo Ramírez, presidente de Tamse.

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En esa línea, el titular de Coniferal, Gustavo Mira, sostuvo que los choferes de su flota se capacitan constantemente sobre accesibilidad y en el trato que deben tener hacia personas con dificultades para subir a la unidad.

“Son pasajeros que requieren una atención especial y a los choferes se les inculcan pautas de trabajo al respecto, pero es evidente que no están haciendo efecto nuestros procedimientos porque es inadmisible que no los dejen subir a coches con rampa”, afirmó Mira.

Los titulares de ambas empresas también adjudicaron estas conductas a los nuevos empleados de Ersa que debieron incorporar recientemente a su personal, quienes no compartirían todavía los valores sobre inclusión que buscan infundir.

Por usar silla de ruedas, Celeste Maldonado sufre dificultades cada vez que intenta tomar el transporte urbano de la ciudad. (José Hernández / La Voz)
Por usar silla de ruedas, Celeste Maldonado sufre dificultades cada vez que intenta tomar el transporte urbano de la ciudad. (José Hernández / La Voz)

De todas maneras, ambos se comprometieron a un trabajo futuro activo orientado a mejorar el servicio para personas con discapacidad y aseguraron que ya hoy trabajan en conjunto con organizaciones de discapacidad como “Derecho sobre ruedas”.

“Son muchas las variables que intervienen en la accesibilidad, pero conocemos la dificultad y los tenemos muy presentes. Vamos a revisar estas actitudes y a reforzar la comunicación con todo el personal porque no corresponde que suceda esto”, prometió Mira.

Por su parte, Ramírez aseguró: “Vamos a reforzar charlas y capacitaciones con los conductores y estamos dispuestos a revertir estas actitudes. Lo importante es que la gente sepa que Tamse les va a abrir las puertas para saber cómo tenemos que hacer para cambiar”.

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