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Intensamente y el gobierno de las emociones

Recientemente, se estrenó en los cines Intensamente 2, la película animada estadounidense producida por Pixar para Disney, que transcurre, en buena medida, en la mente de Riley Andersen, una joven de 13 años. El argumento de la película gira alrededor de los conflictos que se desatan en ese escenario mental entre sus emociones personificadas (Alegría, Tristeza, Temor, Desagrado y Furia), que dan forma al “Sentido de Identidad” de la adolescente administrando sus recuerdos, creencias y sentimientos.

En esta segunda parte, aparecen cuatro nuevas emociones (Ansiedad, Envidia, Vergüenza y Aburrimiento), que dan cuenta de la transición que la adolescente enfrenta al ir perfilándose para la vida adulta, cargada de responsabilidades y sociabilidad.

La frase de Aristóteles

Desde mediados de la década de 1990, la Filosofía les ha prestado mucha atención a las emociones, en el marco de lo que se ha denominado el “giro afectivo” en las humanidades y las ciencias sociales, un conjunto de iniciativas y de propuestas desde las teorías sobre la subjetividad, las teorías del cuerpo, la teoría feminista, el psicoanálisis y los estudios de la teoría política.

En su libro El gobierno de las emociones (2011), la filósofa española Victoria Camps argumenta que, sin embargo, las emociones han sido un tema menor para los filósofos clásicos, a pesar de que gobernarlas siempre les ha preocupado. Así lo evidencia la célebre frase que Aristóteles formuló en la ética escrita para su hijo Nicómaco: “Enojarse es fácil. Enojarse con la persona adecuada en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto; eso sí que es difícil”.

La ética, según esta manera de concebir las cosas, no sólo se trata de lo que es correcto o incorrecto, de lo que se debe o no se debe hacer, sino también de cómo debemos sentirnos frente a ello. Sentirnos bien ante lo correcto y mal ante lo incorrecto es una virtud moral a la que toda persona debería aspirar y en lo que debería ejercitarse.

“Inteligencia emocional”, el best seller

Por su parte, en 1995, un psicólogo, periodista y escritor estadounidense llamado Daniel Goleman publicó un libro que adquirió fama mundial bajo el título Inteligencia emocional. Para bien o para mal, este best seller puso en agenda la cuestión en el debate público masivo. Incluso abrió los caminos para que la inteligencia emocional sea parte del contenido de la educación formal en varios países, en vistas de mejorar la convivencia social.

Con sus cinco mil millones de ejemplares vendidos en 10 años, como toda mercancía exitosa, pronto desató una infinidad de imitaciones de menor calidad de libros y cursos, en clave de autoayuda profesionalista, de “gestión” y “administración” emocional para ascender en el trabajo, ganar dinero y ser exitoso en la vida. La dimensión moral, bien gracias. La filosofía y el coaching parecen, alrededor de este asunto, mirarse con desconfianza y desprecio.

Discursos de odio

En nuestros días, la emergencia de una renovada ola de discursos de odio desde diferentes movimientos políticos, a nivel global, plantea un escenario desafiante y peligroso, que vuelve a demandar la atención sobre el rol político de las emociones. El odio, la emoción maldita, es en un sentido estricto una motivación moral que cumple con aquel requisito de mover a la acción. La persona que odia tiende a hacer más que la que no siente nada, y esa motivación es usufructuada exitosamente por líderes cuya popularidad asciende meteóricamente por su habilidad y talento para expresar odio y reunir a quienes comparten esa emoción.

La ola se mueve en un sentido opuesto al principio aristotélico: actuar enojado, no con la persona adecuada, sino con cualquier persona; no en el grado exacto, sino de manera desproporcionada; no en el momento oportuno, sino ya; no con el propósito justo, sino sin ningún tipo de propósito; no del modo correcto, sino del modo más incorrecto posible.

Es una habilidad que algunos tienen bien entrenada y que en este momento histórico da algunos réditos, sin dudas. Gobernar el odio o el odio al gobierno, aunque es buen argumento para Intensamente 3, parece ser la disyuntiva dramática a la que asistimos en este momento de la historia.

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