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Empresas ya definieron la pauta salarial para 2025, con sueldos que apuntan a ganarle a la inflación

El optimismo que refleja el gobierno sobre la marcha de la economía y sobre sus probabilidades de éxito electoral en las legislativas de 2025 no solamente se basan en el debatido tema de la estabilidad cambiaria. Tiene, además, un soporte más sólido: la creencia de que 2025 será un año de recuperación acelerada a nivel de los sueldos.

Esa es, al menos, la expectativa que surge de la previsión de una suba de 5% en el PBI y de una expansión en el crédito para el sector privado, algo que el gobierno cree que, en combinación con una inflación baja, se terminará traduciendo en votos.

Más allá del enojo de la dirigencia industrial por la apertura comercial, y del debate sobre si se trata de un «rebote» o de un crecimiento sobre bases sólidas, lo cierto es que la expectativa por la mejora salarial ya se está palpando.

Las encuestas entre grandes empresas permiten avizorar que, al menos entre los empleados formales del sector privado, habrá una mejora real -es decir, descontada la inflación- que podría llegar al 25%. En este momento del año es cuando se planifica el «payroll» del año próximo, y las gerencias se basan en las previsiones inflacionarias, así como en sus perspectivas de facturación.

En realidad, ya este año hubo incrementos por encima de la inflación -especialmente en el segundo semestre- pero, dado el pico inflacionario que se produjo durante el verano pasado, hasta ahora no puede hablarse en realidad de un incremento en el poder adquisitivo sino de un proceso de recuperación post crisis.

«Si bien los aumentos salariales en 2024 en mediana de mercado superarán a la inflación para el mismo período, este recupero no resultará aún suficiente para compensar la fuerte pérdida del poder adquisitivo del salario de los últimos años hasta 2023 inclusive. Las organizaciones entonces buscan revisar otros aspectos de la propuesta de valor, tales como los beneficios», apunta Mercedes Bernardi, ejecutiva de la consultora Mercer, una de las líderes del mercado en monitoreo de política salarial corporativa.

Y esta situación se comprueba en todas las categorías de trabajadores, tanto los que están incluidos en paritarias como los de niveles jerárquicos que están fuera de convenio. Y es válido tanto en el sector privado registrado, en el estatal y en el de autónomos e informales.

Las mediciones del INDEC muestran cómo, en la comparación contra los niveles de hace un año, los salarios siguen mostrando una pérdida: frente a una inflación acumulada de 209%, los ingresos de los trabajadores aumentaron un 181,9%. Sin embargo, si se toma un período más corto, el del semestre abril-septiembre, ya se evidencia una recuperación, con los salarios acumulando una mejora de 46% frente a precios que subieron al 33%.

Sueldos: la mejora real que se viene en 2025

Y por eso la perspectiva es que la mejora real se produzca recién durante 2025. Para el caso de grandes empresas, una reciente encuesta de la consultora Mercer muestra que la tendencia es de un incremento salarial nominal de 48% a lo largo del año.

Esto implicaría una suba en términos reales, cualquiera sea el número que se adopte como previsión del IPC para el 2025. Si se toma como referencia la previsión oficial contenida en el presupuesto -un 18%-, entonces la recuperación sería de un contundente 25% en términos reales.

Si, en cambio, se consideran otras previsiones menos optimistas, como las de la encuesta REM entre bancos y consultoras para los próximos meses, la mejora sería más acotada, pero igualmente supondría una mejora en términos reales. El promedio de esa encuesta pronostica una inflación considerablemente más alta que la oficial, en torno de 31%. Aun así, una suba salarial nominal de 48% implicaría una mejora real de 13%.

Claro que se trata de promedios, porque puede haber situaciones muy diferentes según cada sector de la economía y según el estatus legal del trabajador. Estas cifras que refleja la encuesta de Mercer representan, sobre todo, el caso del personal de nivel jerárquico y profesionales que suelen estar fuera de convenio. La consultora apunta que las empresas, en tiempos de menor inflación, prefieren centrarse en esquemas de evaluación individual por mérito, pero que esas prácticas quedan en un segundo plano ante crisis inflacionarias. Para 2025, se prevé un paulatino regreso a los criterios de mérito.

Afirma también que las que tienen sus casas matrices en Argentina muestran mayor rapidez y flexibilidad para reaccionar ante contexto de crisis macroeconómica que las que pertenecen a redes multinacionales.

La tendencia en las paritarias y su relación con la inflación

En cuanto al personal alcanzado por paritarias, se está en pleno proceso de negociación. Y la tónica predominante en los gremios grandes es la recuperación por encima de las últimas mediciones del IPC. De hecho, suelen incluirse cláusulas de revisión automática para la eventualidad de que haya un salto inflacionario imprevisto.

Como ejemplo de esta situación, se acaba de firmar un acuerdo en el sector de la construcción, donde se prevén subas de 4% mensual para el trimestre octubre-diciembre, en un contexto de inflación inferior al 3%.

Otro sector tomado como referencia, el de la sanidad cuyo sindicato conduce Héctor Daer, firmó un aumento de 10% para noviembre, con lo cual logra acumular un 107% nominal en lo que va del año, y empatar así a la inflación.

De hecho, son unos 30 convenios del sector privado los que ya arreglaron aumentos para noviembre, algunos con cláusula de revisión por inflación y con fecha de renegociación para dentro de tres meses.

El convenio más numeroso, el de comercio, que involucra a más de un millón de afiliados, negoció subas escalonadas, que totalizan un 8% respecto del nivel de agosto pasado. En marzo está prevista la renegociación del convenio, aunque se podrán pautar correcciones en ese período.

Esa tiende a ser la tónica de las negociaciones en los gremios grandes. A fin de año el foco del ámbito laboral se ubica sobre el sector bancario, uno de los más poderosos a la hora de sentarse a la mesa de negociaciones. En lo que va del año, sumando los conceptos salariales y beneficios extras, los bancarios han logrado un porcentaje cercano al 107% de inflación acumulada desde inicio de año.

Aumento de sueldo más espaciados

Hay una situación que, a primera vista, puede parecer paradójica: esta perspectiva de subas salariales se produce en simultáneo con un espaciamiento en los aumentos nominales. En realidad, es un típico fenómeno que ocurre cuando la inflación baja de manera abrupta: en los momentos de crisis, los ajustes pasan a ser prácticamente mensuales, mientras que tienden a hacerse menos frecuentes cuando el IPC refleja cifras menores.

La encuesta de Mercer es elocuente al respecto: el promedio previsto para 2025 indica cuatro subas salariales a lo largo del año, en contraste con lo ocurrido este año, en el que más de la mitad hizo al menos un ajuste bimestral.

Otra encuesta, de la consultora PwC, apunta en el mismo sentido: en abril pasado, cuando la inflación se ubicaba en 8,8% mensual y acumulaba una variación interanual de 289%, un 60% de los casos encuestados eran compañías que ajustaban los salarios mensualmente o bimestralmente. Seis meses después, con una inflación mensual ya debajo del 3%, el porcentaje de empresas con ajustes de cortísimo plazo bajó a 45% mientras que un 54% ya está volviendo a ajustes cada tres o cuatro meses.

El Gobierno festeja la vuelta del crédito

Desde el punto de vista del gobierno, esta es la mejor combinación posible, porque una recuperación salarial en un contexto de inflación en baja crea las condiciones para mayor consumo, sobre todo por el regreso del crédito.

En el equipo de Luis Caputo afirman que, desde abril hasta ahora, la expansión real del crédito al sector privado ha sido del 73% real, y con tendencia a la suba.

Y no por casualidad, uno de los indicadores más celebrados por los funcionarios es el Índice de Confianza del Consumidor que monitorea la Universidad Di Tella. Para noviembre, la encuesta concluyó que la predisposición a la compra de bienes durables e inmuebles -típicas compras que requieren una perspectiva de estabilidad económica- ya se recuperó de la crisis inflacionaria y se ubica en los mismos niveles de hace un año.

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