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Desafíos tras la desaceleración inflacionaria

La inflación de noviembre último fue de 2,4%, la más baja desde julio de 2020, que se registró en plena pandemia y con caída de la actividad, informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Los precios se desaceleraron con fuerza en los últimos seis meses, luego del salto de 25,5% registrado en diciembre de 2023, tras la asunción de Javier Milei y la puesta en marcha de las primeras medidas.

La baja de los precios, en especial de los alimentos, y el retroceso de la cotización de los dólares paralelos son los dos elementos más valorados en el primer año de gestión de Milei, que se cumplió el martes último.

Sin embargo, el índice de noviembre permite el análisis de algunas particularidades que subyacen en el dato oficial.

Los alimentos apenas se movieron 0,9%, al tiempo que se registró una desaceleración en los valores del azúcar, del arroz, de la sal fina y del vino, de acuerdo con el relevamiento oficial ponderado en todo el país.

La deflación, que se apresuró a proclamar el Presidente, alcanza por ahora a algunos ítems, no a la totalidad de los elementos evaluados en las canastas básica alimentaria (CBA) y total (CBT).

Lo que mantiene elevada la inflación, respecto de los países más desarrollados, son los costos de servicios, de los cuales no pueden prescindir las familias.

En los últimos 11 meses, los alimentos aumentaron 90,5%, con una marcada desaceleración en varios rubros, pero los gastos en vivienda, en agua, en electricidad y en combustibles se dispararon 230,7%.

El rubro educación tuvo un alza de 163,6%; el de salud, 114,5%, y el de transporte, 132,6%.

La escalada en esos gastos reduce la capacidad de gasto de las familias, al tiempo que exacerba el malhumor social, en particular, de los sectores de clase media.

Si bien las familias ponderan la desaceleración de la inflación, demandan una mayor competencia en los servicios, para reducir los precios, y una baja en la presión impositiva de los distintos gobiernos.

Luego de la reducción de la inflación a niveles desconocidos en los últimos años, el gobierno de Javier Milei tiene por delante el desafío de generar un crecimiento, que se traduzca en una recuperación real de los ingresos.

Para ello, junto con la supresión de organismos estatales sin una función imprescindible en la actual coyuntura, la administración deberá hacer más eficaz el servicio que presta a los distintos actores sociales.

El achicamiento de los márgenes implica, para el sector privado, un trabajo arduo en la reducción de costos, para que la oferta de bienes y servicios sea compatible con los precios internacionales.

El Gobierno ha dado un paso gigantesco en la eliminación del déficit fiscal y de la emisión monetaria, pero aún restan acciones clave para generar una economía en movimiento y competitiva, de acuerdo con los estándares globales.

De tal modo, se cumplirá el compromiso presidencial de que “el sacrificio que han hecho (los argentinos) no será en vano”.

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