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Ganó un premio LOréal-Unesco por sudesarrollo de un innovador stent cardíaco

La principal causa de muerte en el mundo son las enfermedades cardiovasculares. Y muchas de estas patologías afectan al corazón. Justamente buscando corregir una problemática muy común -el estrechamiento de las arterias coronarias- a fines de la década del ´60 se comenzaron a desarrollar los stents. Se trata de pequeñas mallas metálicas que se colocan por medio de una intervención quirúrgica dentro de la arteria dañada para mantenerla abierta y asegurar que la sangre fluya. 

Usualmente, en un periodo de seis meses tras su colocación, las arterias se desobstruyen definitivamente y el stent deja de ser necesario. Pero, como está hecho de metal, permanece en la arteria para “siempre”.

Ante esta situación, la doctora Julieta Merlo (36), una investigadora del Conicet que trabaja en el Instituto de Investigaciones Tecnología de Materiales de la Universidad de Mar del Plata, se le ocurrió desarrollar un stent diferente. “Que cumpla con su función por unos meses y luego, al dejar de ser útil porque la arteria sanó, que el metabolismo lo absorba y degrade”, le explicó a PERFIL esta bióloga. 

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Por esa idea la experta ganó, hace algunas semanas, la Beca del prestigioso premio anual L’Oréal – Unesco “Por las Mujeres en la Ciencia”, con su propuesta de desarrollar un stent innovador.

“Buscamos poner a punto un stent biodegradable, que tras cumplir su función se desintegre de manera segura y que proteja al cuerpo de eventuales daños, facilitando tratamientos más seguros”, le explicó a PERFIL.

Básicamente, la idea de Merlo y media docena de colegas que la acompañan en el proyecto es mejorar los materiales que se usan para estos implantes.

Sería una excelente opción que, al finalizar su vida útil, se degraden​

“Un stent que ya no es útil rigidiza la arteria que debería ser flexible. También podría interferir si la persona debe hacerse un bypass. Por eso sería una excelente opción que, al finalizar su vida útil, se degraden”, contó.

Hoy los stens se hacen de aleaciones de titanio, cromo y cobalto. Pero los materiales que están ensayando en el Intema son combinaciones de moléculas de hierro con carbono, silicio y manganeso. El hierro podría ser degradado y absorbido por los mismos tejidos de las arterias. Además, planea recubrir sus futuros stents con películas de moléculas terapéuticas que aporten “in situ” medicamentos antiinflamatorios que puedan acelerar la curación.

Aún no hay en el mercado global ningún producto de este tipo,

Según Merlo hay algunos grupos en el mundo trabajando en esta línea, pero aún no hay en el mercado ningún producto terminado, por lo que -si logran tener éxito- sería una innovación global con posibilidades de transferirlo a algún laboratorio que pueda fabricarlo en serie y exportarlo.

Obviamente, antes de llegar a ser utilizado deberá superar una larga serie de pruebas en laboratorio y animales y diversos tests exigidos por los organismos regulatorios como la Anmat.

Según Merlo, este producto innovador podría ser fabricado íntegramente en Argentina.

“Nosotros en el grupo Biomateriales Metálicos del Área Electroquímica Aplicada del INTEMA ya veníamos trabajando con materiales biodegradables para otras aplicaciones, en traumatología y reparación de fracturas óseas”, contó la bióloga. Y agregó: “nos parecía importante aplicar nuestro know how en un producto nuevo, que todavía no estuviera disponible en el mundo”.

Concretamente, es un proyecto totalmente factible para Argentina ya que, explican, “en diversos laboratorios del país y la región se obtiene este tipo de materia prima innovadora y ya hay laboratorios con la tecnología y las técnicas para diseñar, fabricar y comercializar implantes”. Claro que, por ahora los stents no se hacen en nuestro país, aunque cada año se implantan unos 100 mil. Actualmente, todos los que se utilizan en Argentina son importados”, aseguró

El nuevo material, desarrollado por el equipo de investigación, en conjunto con colegas del Instituto de Física de Rosario (IFIR) y del Instituto Pasteur de Montevideo, Uruguay, evitaría cualquier problema a largo plazo relacionado con la presencia de metales en el cuerpo. “Esto es importante porque la expectativa de vida de la población va incrementándose, entonces cada vez es más probable que las personas requieran implantes, incluso más de uno durante sus vidas. Y también para jóvenes y niños es importante generar estos materiales bioabsorbibles, para que no permanezcan en su cuerpo materiales cuando ya no son requeridos”.

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