La economía española ruge con fuerza. España se ha consolidado como la locomotora de Europa: el PIB crece más del 2%, tres veces por encima de la eurozona. Acaba de adelantar a Alemania y se ha convertido en el primer exportador de Europa. The Economist, la revista económica por excelencia, considera que la española es la economía que mejor lo está haciendo de las principales del mundo. Se basa en una combinación de factores que incluyen el crecimiento, la bolsa, la inflación, el desempleo y la balanza fiscal.
Se vislumbra, sin embargo, un gran nubarrón en el horizonte para España: Donald Trump y su amenaza de lanzar una guerra comercial con Europa. Una subida de aranceles que incluiría tarifas del 10% al 20% para todos los productos extranjeros, entre ellos los españoles.
¿Qué se debe hacer? ¿Cómo se debe responder? La política comercial la gestiona la Unión Europea. Y allí se dan varias corrientes de pensamiento. La principal es la de que hay corresponder al arancel impuesto a cada producto con otro equivalente. Otros en Bruselas piensan que lo mejor es no responder, para evitar la espiral, según apuntan a este diario fuentes europeas.
De momento, la UE está ultimando una lista de productos específicos que serán objeto de contramedidas en caso de que Estados Unidos imponga nuevos aranceles. La elabora un equipo de trabajo conocido como “el equipo Trump” (Trump task force), dirigido por el español Alejandro Caínzos, según adelantó El Confidencial. Funciona a pleno rendimiento desde el verano.
La lista de contramedidas es secreta, pero podría incluir productos como el whisky bourbon o las motos Harley-Davidson. También hay represalias concretas en preparación para los aranceles que ya impuso Trump en 2017 para la aceituna negra española, al gravar con hasta el 44% de su precio, un arancel que mantuvo Biden y que ahora Bruselas pelearía por derribar, según Euronews.
España exporta unos 20.000 millones de euros a Estados Unidos cada año. Pero el país más directamente afectado por las nuevas barreras comerciales sería Alemania, que es el principal exportador de la UE al país norteamericano, con unos 160.000 millones de euros anuales. La economía alemana pasa por un muy mal momento. La guerra comercial podría ser su puntilla. Si sigue enfriándose (lleva dos años en recesión), quizá España no pueda seguir tirando del crecimiento europeo y tarde o temprano se verá afectada por el parón de la economía teutona.
Relaciones diplomáticas y políticas
La falta de sintonía ideológica entre el actual Gobierno de España de Pedro Sánchez, o de otro que pueda venir dirigido por Alberto Núñez Feijóo, es manifiesta. Lo mismo pasa con el grueso de los países de la UE. Pero se empiezan a notar gestos de adaptación a la nueva situación. El presidente francés, Emmanuel Macron, invitó a Donald Trump a París para la ceremonia de reapertura de la catedral de Notre Dame. El encuentro dejó una imagen que ya es un clásico con el dirigente estadounidense: una suerte de pulso de apretones de mano en el que él intentaba quedar por encima, dominante.
¿Cómo será su primer encuentro con el socialista Pedro Sánchez? Para algunas de las fuentes consultadas, lo mejor que le puede suceder a España con Trump es pasar inadvertida. A Sánchez le costó ganarse la atención del demócrata Joe Biden, pero terminó consiguiéndolo y se reunió varias veces con él. La relación Madrid-Washington era fluida y sin obstáculos, salvo el que supuso que el Gobierno español se negase a que la operación naval europea Atalanta se involucrara en la lucha contra los hutíes de Yemen en el Mar Rojo. Aquello se solucionó con una llamada de teléfono entre Biden y Sánchez.
El demócrata, a pesar de ser un gran defensor de Israel, no puso obstáculo público alguno al reconocimiento español del Estado de Palestina ni castigó diplomáticamente a España por las críticas al Gobierno de Benjamín Netanyahu por los excesos de su ofensiva en Gaza, ahora investigados en los tribunales de La Haya.
Pero la crisis humanitaria en Gaza continúa, y Donald Trump ha escogido para su Gobierno a toda una serie de sionistas convencidos. Por ejemplo, a Pete Hegseth (el próximo secretario de Defensa) o a Mike Huckabee (embajador en Israel), que promueven la ocupación de Palestina y están contra la solución de los dos Estados que defienden España, la UE y el grueso de países de Naciones Unidas. ¿Cómo encajará la posición española en ese nuevo contexto?
El Gobierno debe aún dar respuesta al presunto uso de las base de Rota para enviar armas a Israel, desvelado por Eldiario.es. España permite usar la base a Estados Unidos, pero sigue siendo territorio español y el Gobierno dice que desde territorio nacional no se pueden enviar armas.
Más gasto en Defensa
Durante su primer mandato, Trump amenazó a la OTAN con retirar a Estados Unidos si los países miembros no cumplían con su compromiso de gastar un 2% de su PIB en Defensa. España está, oficialmente, en el 1,3%. Desde que comenzó la guerra de Ucrania, sin embargo, el Gobierno de Pedro Sánchez se comprometió en ir aumentando el gasto militar para alcanzar el objetivo antes de 2029.
Ahora, Mark Rutte, el secretario general de la Alianza, ha elevado el objetivo deseable hasta el 3% del PIB. Unos 3.000 millones de euros anuales para nuestro país. Es previsible que se acelere por todo ello el ritmo de gasto militar.
Ese incremento puede ser aún mayor si Donald Trump lleva a cabo su amenaza de retirar el apoyo armamentístico a Ucrania para forzarla a negociar la paz con Rusia. Si el plan propuesto por Trump es inaceptable para el presidente ucraniano Volodímir Zelenski (porque le obliga a renunciar al 20% de territorio perdido y a la entrada en la OTAN), es posible que Europa intente aumentar su contribución militar para mejorar la posición negociadora de Kiev. Eso empujaría a España a arrimar el hombro aún más. Por el momento, este año ya ha entregado los 1.000 millones de euros comprometidos en ayuda del pacto bilateral de seguridad con Ucrania.
Disonancias políticas
La vuelta de Trump al poder puede trastocar también las fuerzas internas de la política española. Hará más fuerte a Vox, el partido de ultraderecha español que se mimetiza con el trumpismo en muchos aspectos y goza del apoyo de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC). Todo crecimiento de Vox es malo para el Partido Popular.
También fortalecerá a otros socios ultraderechistas europeos y cercanos a Moscú, especialmente a Víktor Orbán en Hungría o Peter Pellegrini en Eslovaquia. Ese apoyo puede verse reflejado en las reuniones y decisiones del Consejo Europeo.