David Asta Alares
Manila, 9 ene (EFE).- Decenas de miles de católicos buscaron este jueves milagros o ver cumplidos sus deseos al paso de la multitudinaria procesión del Nazareno Negro en Manila, el Cristo con el que más se identifican las clases humildes y cuya adoración es vista como una mezcla entre fe y un «mecanismo de supervivencia».
El Cristo de tez tostada, protegido sobre su carroza por una vitrina y por cofrades que se esforzaban por hacer bajar a los más osados de la peana y descolgarlos del crucifijo, es el centro de atención de una de las mayores muestras de fe del mundo.
«Es mi primera vez en el Nazareno, y he venido a pedir buena salud para mi familia y un buen trabajo», explicó a EFE Jessa, venida desde la provincia de Batangas, una de las decenas de miles de personas que ayer hicieron colas kilométricas ante la talla para tocarla y evitarse las peligrosas aglomeraciones de hoy.
Al menos doscientas personas resultaron heridas en las primeras horas de la procesión, afirmó la Cruz Roja filipina en un comunicado, entre imágenes de un mar de cabezas que rodeaba al Nazareno y personas encaramándose sobre los hombros de otros devotos por alcanzar la talla.
La verdadera procesión, televisada en directo por las televisiones filipinas, comenzó de madrugada desde la explanada del Grandstand Quirino hasta la iglesia de Quiapo en la capital. Menos de seis kilómetros que, en condiciones normales, un devoto tardaría en torno a una hora en recorrer a pie.
En la práctica, la duración se alarga exponencialmente: el año pasado la talla tomó unas 14 horas en alcanzar la iglesia, prácticamente un récord para una procesión que llega a durar hasta 22 horas y en la que participaron más de seis millones de personas.
La alta asistencia de devotos tocados con ropas de color granate y cintas con mensajes en castellano como «Viva! Nazareno» desborda cada año las previsiones de las autoridades, a los 15.000 miembros de las fuerzas de seguridad repartidos en el trayecto y a los propios cofrades.
El Nazareno Negro data del siglo XVI, el primero de los más de tres siglos de la colonización española del ahora principal país católico de Asia, y la marcha conmemora la fecha en que la figura fue trasladada desde el barrio de Intramuros a su actual morada en el angosto barrio de Quiapo.
Tallada en México, una leyenda cuenta que el galeón procedente de Acapulco se incendió cerca del archipiélago otorgándole su característica tez oscura. Otras versiones sugieren que el artista mexicano quiso imprimir a la obra su misma tonalidad de piel.
Esta tez oscura es precisamente una de las razones por las que los filipinos se identifican tanto con la talla. «El Nazareno Negro es Dios, y este Dios de tez negra está sufriendo», dijo a EFE el psicólogo Randy Dellosa.
El nombre del Nazareno Negro es, sin embargo, oficioso. El religioso Robert Arellano, portavoz de la organización, afirmó esta semana que la imagen será conocida como «Jesús Nazareno» a partir de ahora.
Si la procesión es una mezcla entre la historia dejada por casi tres siglos de colonización española y el fervor de una población mayoritariamente cristiana, así como de «creencias indígenas» que según Dellosa dan gran importancia a «tocar lo divino», su éxito también se explica como una manifestación del sufrimiento de los filipinos.
«Para muchos es una vía de escape, porque la mayoría de filipinos sufre de algún modo u otro, ya sea por la pobreza o por circunstancias personales», explicó, y aquellos que buscan un milagro «tienen que mostrar su esfuerzo sufriendo un poco» en la abarrotada procesión. EFE
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