Por Fernando Mesquida Garrido
(Novelista. Autor de “Un mar de rosa y oro” y “Luces de Bengala. Un voluntario en el corazón de India”. Miembro del grupo literario “Letraheridos de Hospital”)
Creo en quienes de la nada consiguen levantar una obra maestra. Apuesto por quien es capaz de ser arrastrado por esa fe ciega y voluntad que mueven montañas y seguir adelante aunque sea solo una voz que clama en el desierto. En la soledad del creador acontecen momentos de desesperanza entremezclados con vislumbres de lo que puede ser su futura obra o proyecto por el que ha decidido entregar jirones importantes de su vida. Muchas obras maestras han estado envueltas de estas circunstancias.
Hoy toca hablar de quien para mi es pródigo en todo esto. Se trata de un director de cine sevillano con un extenso historial cinematográfico a sus espaldas, Agustín Claros. Y quiero hablar también de un guionista que ha adaptado al cine su propia novela, Francisco Luque. Voy a contar una historia desde sus inicios. Porque la conozco muy bien, a ella y a todos sus protagonistas. A todos los que de la nada fueron capaces de levantar un castillo en el aire de los sueños que llegó a hacerse realidad. Un castillo que resultó tener sus muros de inconmovible firmeza y su interior habitado por la conmovedora historia de un niño que no podía quedarse en el olvido. No abandones la lectura amigo lector, porque lo que viene a continuación tiene que ver con una historia que tocará las fibras más sensibles de tu corazón. Y quien se dirige a ti sabe que puedes estar sumido en una maraña de información que no te deje diferenciar lo bueno y esencial de lo que no merece la pena.
Con todas las entradas agotadas con mucha antelación a su estreno, el pasado 19 de enero tuvo lugar la “première” de la película “El largo Domingo Santo”, en el Teatro Gutiérrez de Alba, de Alcalá de Guadaíra, en Sevilla. Una nueva producción de Estudios Aroisa y Agustín Claros quien ya había dirigido el medio metraje “Cuento de hospital inacabado”, también basado en un relato del guionista de la película. El lleno fue absoluto y la película tocó el corazón de todos los asistentes en una jornada inolvidable en la que estuvieron presentes las delegadas de Participación Ciudadana e Igualdad.
En el mundo de la industria cinematográfica sobrevive quien puede y muchas veces el marketing y la publicidad no guardan una relación directa con la calidad del producto artístico, sino con el presupuesto con el que se cuenta. Nunca como ahora se han tenido al alcance tantas creaciones culturales, y sin embargo nunca se ha tenido tan escaso tiempo libre para su disfrute. De ello se desprende una conclusión: Hay que ser selectivo. Saber elegir bien. Una de las pretensiones de esta reseña es contribuir a tomar conciencia de que “El largo Domingo Santo” es una película en la que merece la pena detenernos. Conozco muy bien su historia, primero en su versión literaria y después cinematográfica y puedo hablar con conocimiento de causa sin la tentación del fácil halago.
He tenido el privilegio de ser uno más en el desarrollo de una obra de arte y quiero contar la historia de la historia. Como fue sucediendo todo, delante y detrás de las cámaras. En Sevilla, una mañana de diciembre, el sol tibio calentaba la ciudad de los rigores del invierno cuando se reunieron para comer un puñado de artistas del mundo del cine y dos escritores. Uno de ellos, Francisco Luque, nos contó que había escrito «El largo Domingo Santo», la historia de su padre, durante los duros años de la posguerra española, cuando estuvo internado en un hospicio. El otro escritor contó que había reseñado la novela para un periódico de la Argentina. Una narración de ambiente dickensiano realmente conmovedora al ser contada desde la mirada de un niño. Fue aquella mañana, en una emblemática ciudad del sur de España transida de arte y fuente de inspiración de tantos artistas, cuando la fábrica de los sueños se puso en marcha. Fue aquel día cuando el director de cine Agustín Claros, tuvo conocimiento en profundidad de la vida de aquel niño, quien con subterfugios fue dramáticamente separado de su madre. Aquella historia tenía todos los ingredientes para hacer de ella una gran creación del séptimo arte. Al mes siguiente, sin medios materiales, comenzaron los primeros ensayos con los diálogos del guion, de la mano de la directora de actores Emma Gil, a la par que la directora de arte Carmen Allepuz se enfrentaba a la muy exigente tarea de conseguir recrear una época de la que nos quedaban, afortunadamente, pocos vestigios en nuestra sociedad.
Cuando un espectador se sienta cómodamente en una butaca de cine para ver una película, es muy difícil que sea capaz de imaginar el trabajo que hay detrás de cada escena, especialmente cuando se trata de un film de época como es el «El largo Domingo Santo», que no ha contado con ningún presupuesto para su realización. Para la filmación de esta película solo teníamos la ilusión y la fe ciega de un equipo de cineastas capaz de sobreponerse a cualquier contratiempo. Y amor, mucho amor al cine y a la historia contada. La vida de aquel niño no podía quedarse en el olvido. Se trataba de un grupo humano motivado por la necesidad de recrear, dar vida a todo un tiempo. Auténticos héroes del celuloide a quienes no nos cansaremos de admirar, porque en este mundo capitalista en el que las producciones cinematográficas cuentan con presupuestos millonarios, ellos han sido capaces, por puro amor al arte, de conseguir finalizar un rodaje muy exigente en todos los aspectos. ¿Y no es esto algo que confiere un especial sello a una película tocada por el amor y la ilusión de quienes han participado en ella?
En la crudeza de la posguerra española se cuenta la historia de un niño que es separado de su madre; solo el amor de ésta, con el auxilio de su tío, conseguirán la liberación del pequeño Carlos del cruel hospicio en el que se encuentra. En palabras del autor de la novela y guionista del film, Francisco Luque se trata de “una película con corazón y sentimientos, inspirada en hechos reales, donde los más jóvenes encontrarán valores como la resiliencia y amistad, y los más mayores se identificarán en algunos personajes en situaciones reales de abusos, miseria y hambre”
Para Carmen Allepuz, la directora de arte, “la película es también un gran homenaje a nuestras personas mayores y a las duras condiciones que tuvieron que afrontar”. Nos cuenta también que se trata de un film realizado con muchísimo cariño, y difícil de llevar adelante porque se ha rodado sin apenas medios. Ello demuestra que “con poco presupuesto e ilusión y profesionalidad se pueden hacer grandes cosas por parte de un equipo volcado con pasión en todo el rodaje de la película. Una historia que va a llegar al corazón. Con un punto de drama y con momentos entrañables”. Es también “una inolvidable historia de amistad”, nos dice Marina Martínez, una de las protagonistas.
La película fue rodada en las fincas “El Puntal de la Sierra”, “Las Coronas” y otras localizaciones de la provincia de Sevilla, con momentos de dificultades materiales y técnicas a los que todo el equipo supo sobreponerse con el auxilio de la firme mano y profesionalidad del director Agustín Claros. Por tanto, si conmovedora es la historia contada, también lo es la historia acontecida detrás de las cámaras. La filmación de «El largo Domingo Santo» va más allá de la historia que cuenta. Cada fotograma destila el amor, la pasión y la fe con que ha sido creada. Y, no lo olvidemos, sin tener el incentivo de medios materiales y económicos, como les sucede a otras producciones. De ahí su gran mérito.
La conmovedora historia de una madre y su hijo en tiempos de la posguerra española, nos espera para demostrarnos que el amor puede superar cualquier obstáculo por difícil que sea y convertir el film en un gran mensaje de esperanza. Pero no se crea que la película cae en una sensiblería fácil para arrancar las lágrimas del espectador. Nada de eso, el argumento se atiene, en líneas generales, a la historia tal como aconteció. Y un ruego, que no vengan ahora los de siempre, en este mundo polarizado, a obtener un rédito político o ideológico de la película para hacer sus críticas exentas de sensibilidad. Tengamos la madurez suficiente para valorar esta obra en sus justos términos. El arte se tiene que valorar desde criterios estéticos no políticos.
Aquel niño nunca olvidará aquel colegio ni las palabras de su madre: «no te asustes, ponte fuerte, sobrevives si te empeñas, lucha con todas tus fuerzas y aprieta fuerte tus manos , ten erguida tu cabeza, te espera un presente difícil , construye un futuro…., no dejemos que nos hundan, ganemos siempre la carrera, dejemos atrás los sinsabores, el desprecio y las maneras, Largo Domingo Santo, deshacemos las cadenas.» Esta letra en la voz de emotivos registros de la cantante María José Montaño del grupo musical Malizzia&Malizzia, forma parte del tema principal de la banda sonora de la cinta. No podían ser más apropiadas una canción y una voz para quintaesenciar todo el sentimiento de una historia realmente conmovedora.
La dirección fílmica, la dirección de arte y el elenco.
Habían pasado 80 años. Basada en un caso real, la historia se desarrolla en la España del hambre. Era todo un reto recrear un mundo ya en el olvido. Buscar las localizaciones más idóneas. Los muebles y enseres, los vestuarios mas apropiados. Carmen Allepuz, la directora de arte, se convirtió en una marchante de antigüedades a la búsqueda de mobiliario, cuadros, vajilla, telas, imaginería religiosa …. y consiguió una ambientación perfecta capaz de sumergirnos en aquel tiempo.
Conso Lopez se encargó del vestuario de las monjas y padres dominicos. Trajes hechos a medida, largas horas de dedicación en su taller dieron como resultado la confección de unos hábitos impecables con el blanco y el negro de la orden de Santo Domingo para una película también en un blanco y negro de gran calidad.
Ana Rosa Fernández e Inma Garrido, en maquillaje y caracterización, tuvieron el cometido de preparar los rostros para su mayor expresividad. Convirtiéndose en unas maquilladoras «de cine» capaces de adecuarse a la austeridad de unos tiempos.
La polivalente Rocío Rebollo, además de sonidista o asistente de cámara, desempeñó con garbo y profesionalidad muchos otros cometidos y organizó toda la logística.
La directora de actores Emma Gil, consiguió que todos los personajes tuvieran su organicidad y coherencia con su pasado. Leímos con ella los diálogos del guion en los primeros ensayos hasta llegar al set del rodaje con un personaje que ya formaba parte de nosotros, con esa magia que se establece cuando conectamos una emoción no sobreactuada al carácter que estamos interpretando.
Todos los actores y actrices muy en su papel, entre los que destacaríamos a la gran Inmaculada Navarro y Juan Pablo Garcia, como madre e hijo respectivamente, sin duda los grandes protagonistas de la historia. También entre los niños coprotagonistas a Hugo Allepuz y Carlos Martínez. Andres H. Martínez, en su muy lograda interpretación de director del colegio. Manuel Borrego en su magistral interpretación de capataz y marido sin escrúpulos. Esther Soltero en el papel de la severísima Sor María, secundada por Conso López en el rol de Sor Fernanda. La expresiva mirada de Miriam Morente en el papel de Sor Rita. Las muy correctas y elocuentes interpretaciones de Edu Gassin y Agustín García en el rol de profesores. Inma Garrido como sor Auxiliadora, transmitiendo el contrapunto de dulzura en medio de la crudeza de los acontecimientos. Enrique Ponce consigue una muy lograda y personal interpretación como personaje que facilita a los niños el material para la construcción de una radio de galena. No podemos aquí referirnos a todos, si bien cada uno merecería una mención especial por sus entregadas interpretaciones. En la película se cuenta con la colaboración especial de la niña y gran actriz Sofía Allepuz, una gran promesa del cine español, protagonista de “Rita”, dirigida por Paz Vega, y nominada a un Goya en la próxima edición de los premios de 2025.
El compositor italiano Francesco Bini se ha encargado de la banda sonora, consiguiendo la perfecta sintonía con las emociones que desprende la historia, con una música muy lograda para cada escena. Para éste supuso un desafío importante componer una música que pueda recrear el ambiente y la atmósfera de esa época. El trabajo de Francesco Bini merece un capítulo aparte. La banda sonora, impregnada por los sones y ritmos de Andalucía, consigue mimetizarse con cada fotograma para transmitir fielmente la recreación de unos tiempos difíciles no exentos de un mensaje de esperanza.
El director Agustín Claros, quien también se ha hecho cargo de la dirección de fotografía y montaje de la película, ha sabido aprovechar los recursos de todo su equipo y ofrecernos, a nuestro juicio, esta gran obra maestra que es “El largo Domingo Santo”. Un film que va a marcar un punto de inflexión en su carrera cinematográfica. Su consagración en el séptimo arte.
En definitiva un equipo que fue capaz de ser polivalente para ser eficaz. Bien cohesionado y sin divismos actorales, algo tan del gusto del director. Y cuya única bandera ha sido levantar de la nada esta gran película. En un tiempo en que las películas cuentan con presupuestos millonarios, nada se dice de quienes no solo trabajan por “amor al arte”, sino que de su propio bolsillo tienen la generosidad de contribuir, dentro de sus posibilidades, a los gastos surgidos durante el rodaje y consiguen una obra como “El largo Domingo Santo”. A la hora de realizar valoraciones sobre esta producción ha de tenerse muy presente los escasos medios con los que ha contado.
Hispanoamérica es tierra de hijos y nietos de emigrantes españoles. Esta película refleja con gran realismo como era la patria de sus padres y abuelos en uno de los tiempos más duros de la historia de España. Un tiempo en el que el hambre provocó la emigración. Una obra que por ello seguro que será acogida con el calor y entusiasmo que caracterizan a las gentes de la patria argentina.
En palabras de la actriz Miriam Morente se trata de una película que no dejará indiferente a nadie y tocará el corazón de todos.