En un artículo publicado el miércoles de esta semana en el Washington Post, se revela cómo las ayudas estatales financiaron el crecimiento del “liberal” Elon Musk.
El dato cobra relieve porque el propietario del periódico, el magnate Jeff Bezos, acaba de decidir cambios profundos en el periódico que implican una mayor alineación con el gobierno de Donald Trump en su política de censura y restricciones a la libertad de prensa.
Por su parte, Elon Musk fue puesto por Trump al frente del DOGE, el Departamento de Eficiencia Gubernamental, que busca recortar personal, recortar presupuestos o recortar contratos en las siete agencias en las que las empresas de Musk tienen contratos vigentes, que incluyen la Administración de Servicios Generales, el Departamento de Defensa y el Departamento de Transporte.
Por eso no parece casual que los firmantes del artículo (Desmond Butler, Trisha Thadani, Emmanuel Martínez, Aarón Gregg, Luis Melgar y Jonathan O’Connelly Dan Keating) comiencen una larga y detallada investigación señalando las contradicciones de Musk.
“Elon Musk y su equipo de recortes de gastos del Servicio Doge de Estados Unidos se han propuesto recortar la generosidad del gobierno. Sin embargo, Musk es uno de los mayores beneficiarios de las arcas de los contribuyentes”.
El artículo señala que Musk se convirtió en la persona más rica del mundo después que “a lo largo de los años, Musk y sus empresas recibieran al menos 38.000 millones de dólares en contratos gubernamentales, préstamos, subsidios y créditos fiscales, a menudo en momentos críticos”.
Los pagos se remontan a más de 20 años. Poco después de convertirse en director ejecutivo de Tesla, en un momento con serios problemas de liquidez, en 2008, Musk luchó arduamente para obtener un préstamo a bajo interés del Departamento de Energía, según dos personas directamente involucradas en el proceso. Ambas personas hablaron bajo condición de anonimato por temor a represalias.
Siempre según las fuentes anónimas citadas en el informe, Musk mantuvo entonces reuniones informativas diarias con ejecutivos de la empresa sobre el papeleo y pasando horas con un funcionario de préstamos del gobierno.
Cuando poco después Tesla se dio cuenta de que le faltaba una certificación crucial de la Agencia de Protección Ambiental “Musk fue directo a la cima e instó a la entonces administradora de la EPA, Lisa Jackson, a intervenir”, según las fuentes del Post.
El monto total de las ayudas muy probablemente es mayor: la investigación incluye solo contratos disponibles públicamente, omitiendo trabajos clasificados de defensa e inteligencia para el gobierno federal.
En este punto conviene tener presente que SpaceX es contratista del Pentágono y viene “desarrollando satélites espía para la Oficina Nacional de Reconocimiento, la división de satélites espía del Pentágono” según la agencia de noticias Reuters. El Wall Street Journal informó por su parte que ese contrato valía 1.800 millones de dólares, citando documentos de la empresa.
En esta investigación, Washington Post encontró casi una docena de otras subvenciones, reembolsos y créditos fiscales locales cuyo monto específico de dinero no es público.
Otros 52 contratos en curso con siete agencias gubernamentales, entre ellas la NASA, el Departamento de Defensa y la Administración de Servicios Generales, están en camino de pagar potencialmente a las empresas de Musk 11.800 millones de dólares adicionales en los próximos años, según este análisis.
Los contratos gubernamentales de la NASA y el Departamento de Defensa a SpaceX constituyen la mayoría de los fondos. Tesla ha obtenido 11.400 millones de dólares en créditos regulatorios de programas federales y estatales destinados a impulsar la industria de los autos eléctricos.
Estas ayudas no incluyen el impulso a las ventas de Tesla generadas por el crédito fiscal federal de 7.500 dólares que el gobierno otorgaba a los compradores de vehículos eléctricos.
Las relaciones de Musk con las agencias gubernamentales han sido en ocasiones mutuamente beneficiosas: sus emprendimientos han sido pioneros en nuevos mercados que han impulsado los objetivos del gobierno estadounidense, incluida la exploración espacial y la expansión de los vehículos eléctricos. Y si bien muchos de los programas gubernamentales de los que se ha beneficiado Musk están abiertos a otros en la industria de los vehículos eléctricos, ninguna otra empresa ha logrado el dominio del mercado de Tesla.
La financiación gubernamental también proporcionó aportes clave a las empresas de Musk. La NASA y el Departamento de Defensa apoyaron a SpaceX en sus primeros años con contratos que la ayudaron a construir infraestructura, mientras que la agencia toleró que la empresa no cumpliera con los plazos establecidos, según los investigadores del Congreso.
El préstamo de 465 millones de dólares del Departamento de Energía, que llegó en 2010, ayudó a impulsar el meteórico ascenso de Tesla: con ese dinero, la empresa diseñó y ensambló su sedán eléctrico de lujo, el Model S, y compró una fábrica en Fremont, California, según la agencia . Tesla salió a bolsa seis meses después.
La portavoz de la NASA, Cheryl Warner, dijo que la agencia ha invertido más de 15 mil millones de dólares en SpaceX para su trabajo en numerosos programas espaciales.
“La NASA está trabajando con socios como SpaceX para construir una economía en la órbita baja de la Tierra y dar nuestros próximos pasos gigantes en la exploración de la Luna y Marte para el beneficio de todos”, dijo Warner en un correo electrónico.