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El milagro cordobés de Angelo Barrera: de estudiar en la calle a soñar con motores gracias a una foto viral

Corría julio de 2019 cuando Eugenia López, una empleada de una cafetería, se topó con una escena que la conmovió en la peatonal San Martín de la ciudad de Córdoba. Allí estaba Angelo Barrera, un niño de 12 años, concentrado en sus estudios de inglés sobre un cantero, con una banqueta como escritorio, abrigado bajo la llovizna y el frío.

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La imagen, tomada con su teléfono y compartida en redes sociales, tenía un propósito inicial muy personal para Eugenia: mostrar a sus hijas el valor del esfuerzo. Sin embargo, la fuerza de esa instantánea trascendió las pantallas y se convirtió en un fenómeno viral.

Ciudad de Córdoba. La foto que le sacó una comerciante a Angelo en el invierno de 2019 (Gentileza).

La foto mostraba a Angelo estudiando con una dedicación admirable, a pocos metros de sus padres, Rafael y Analía, quienes trabajaban vendiendo medias y calzoncillos en un puesto callejero. Para Angelo, el estudio era una prioridad inculcada por sus padres, quienes, siendo analfabetos, anhelaban un futuro diferente para su hijo.

“Mis padres me insisten para que estudie, porque ellos son analfabetos y no quieren que yo venda medias en la calle cuando sea grande”, contaba Angelo en aquel entonces. Su sueño ya tomaba forma: “A mí me encantan los autos, conozco cada una de sus partes y quiero el día de mañana ser un especialista, un técnico mecánico”.

De la peatonal al Instituto Técnico Renault: un giro inesperado

La viralización de la foto no quedó en la anécdota. Varias personas influyentes de Córdoba se hicieron eco de la historia de Angelo, y uno de ellos contactó al padre a través de un teléfono prestado con una propuesta que cambiaría su destino: estudiar becado en el Instituto Técnico Renault4. Eduardo Cazenave, director del establecimiento, fue quien extendió la invitación. Para Angelo, fue un cambio radical: dejar la escuela pública por un lugar exigente donde sintió la necesidad de esforzarse al máximo para alcanzar el nivel de sus compañeros. “Fue duro al principio, pero estudiando y esforzándome, logré ponerme al nivel de mis nuevos compañeros con la ayuda de Dios”, recuerda el joven.

Ciudad de Córdoba. Angelo está a punto de terminar la secundaria en el Instituto Renault (Gentileza).

Hoy, seis años después de aquella foto, Angelo cursa el último año en el Instituto Técnico Renault y continuará sus estudios terciarios allí gracias a otra beca. “Esos estudios me darán un conocimiento que me permitirá tener una salida laboral ya sea en la fábrica Renault o en otro lado. Pero es increíble cómo mi vida cambió con esa foto, porque para mí sería imposible estudiar en un lugar como éste”, cuenta el joven al diario Clarín.

La escuela de la calle: aprendizajes que trascienden las aulas

Angelo creció en la calle, acompañando a sus padres desde muy pequeño. Aunque reconoce que extraña esa etapa y los lazos que formó con los comerciantes del barrio, la calle le brindó aprendizajes valiosos. “La calle te acelera los tiempos, viste… Es como que crecés de golpe. Yo me acuerdo que a los ocho, nueve años ya era un adulto. Sabía desenvolverme y hacer cosas que normalmente a esa edad no tenés idea”.

Tras la pandemia de Covid-19, sus padres dejaron la peatonal, el lugar donde Angelo dio sus primeros pasos. “Mi papá me preparó para enfrentar la vida, para salir a la guerra… Mamá, en cambio, me dio amor, cariño y modales. Se repartieron bien las tareas”.

Un presente de esfuerzo y un futuro de solidaridad

La realidad económica de la familia Barrera es ajustada. Angelo ayuda con trabajos ocasionales como fabricar cargadores de baterías, arreglar motocicletas y hacer soldadura. También acompaña a su padre a recolectar chatarra los fines de semana. Para Angelo, la beca del colegio es un alivio enorme para su familia, ya que incluye el comedor.

“Que mi familia no tenga que pensar qué vianda tengo que llevar es un gran alivio. Y cuando se puede y sobra en el cole me dan un paquetito para llevarles comida a mis padres y a mi hermana”.

De cara al futuro, el cordobés sueña con tener su propio emprendimiento para ayudar a familias carenciadas y capacitar a gente de la calle, transmitiendo las herramientas que él mismo recibió.

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