La adopción de la receta electrónica y su integración en la digitalización del sistema de salud representan avances significativos en la optimización de procesos, en la mejora de la trazabilidad y en el acceso y el control de los tratamientos indicados por el profesional. Sin embargo, estos procesos traen riesgos que, si no se abordan de manera adecuada, pueden desvirtuar la calidad de la atención médica, como la banalización de la prescripción, la inseguridad de los datos y la superficialidad en el acto clínico.
Con la incorporación de la receta electrónica y la digitalización del sistema sanitario, es imprescindible garantizar la seguridad de los datos personales y médicos del paciente. La información de la salud es uno de los activos más sensibles de una persona, y su protección debe ser prioritaria. Esto implica resguardar los datos en la emisión de la receta y también durante su almacenamiento, intercambio y portabilidad.
Además, la digitalización conlleva una huella digital para todos los involucrados: médicos, pacientes e instituciones. Cada acción en el entorno digital deja un rastro, desde la emisión de una receta hasta su procesamiento en la farmacia o su asociación dentro del sistema de historia clínica electrónica (HCE). Es esencial garantizar que esta huella respete el derecho a la privacidad, la confidencialidad y la ética médica.
Con base en este punto, comento algunas de las claves de la seguridad de los datos en la receta electrónica:
1. La legislación internacional (el GDPR en Europa o la Hippa en Estados Unidos) exige que toda información relacionada con la salud sea almacenada y transmitida bajo estrictas normas de confidencialidad. Esto incluye la receta electrónica en todos sus estados: creación, transferencia y archivo. Además, las plataformas que la gestionan deben integrar cifrado de extremo a extremo, para que sólo profesionales autorizados accedan a la información del paciente.
2. Las recetas electrónicas deben estar vinculadas a sistemas de firma digital del médico, garantizando su autenticidad. Así se evitan falsificaciones o manipulaciones y se asegura que cada prescripción pueda ser trazada de regreso al profesional que la emitió.
3. Cada acceso, modificación o transmisión de la receta electrónica debe quedar registrado dentro del sistema. De esta forma, se garantiza transparencia en el uso de datos y ello permite identificar cualquier actividad no autorizada. Esto no sólo protege al paciente, sino también al médico, debido a que su huella digital queda asociada de forma irrefutable a cada prescripción emitida.
4. Sólo profesionales habilitados deben tener la capacidad de emitir recetas electrónicas, con sistemas de autenticación de múltiples factores (MFA), como contraseñas seguras, biometría o dispositivos específicos. A su vez, los pacientes deben tener control sobre quién puede acceder a sus datos médicos y recetas electrónicas.
Protección de datos, paso a paso
Para maximizar la utilidad de la receta electrónica, es esencial introducirla en un sistema interoperable que permita su uso entre diferentes plataformas e instituciones. Sin embargo, esto sólo será exitoso si se asegura la protección de datos en cada paso; por un lado, la interoperabilidad técnica y semántica debe garantizar que la receta pueda ser interpretada y utilizada en diferentes contextos, ya sea dentro de un mismo país o incluso entre sistemas internacionales (en casos como viajes o atención de urgencias fuera del lugar de residencia), y esto se logra con estándares como Fhir o Snomed CT, ampliamente utilizados en Europa y Estados Unidos. Por el otro lado, cada interacción que involucre la receta electrónica queda registrada como parte de la huella digital, lo que permite que su uso sea auditado de manera clara y previniendo fraudes o alteraciones indebidas.
En un sistema verdaderamente centrado en el paciente, la HCE y la receta electrónica deben ser portables. Esto significa que los pacientes deben poder llevar consigo, de manera segura y sencilla, toda su información clínica, incluida la receta electrónica. Aun más, como parte de la HCE, la receta electrónica debe ser de acceso sencillo y seguro para el paciente, ya que debe poder consultarla en cualquier momento mediante plataformas digitales seguras, ya sea en una aplicación o mediante acceso en línea.
No obstante, en el contexto de la digitalización, existe el riesgo de que la receta se convierta únicamente en un trámite ágil y rápido, y que se pierda la profundidad del acto médico.
Por todo lo anterior, y para concluir, en la era de la receta electrónica se hace imprescindible garantizar su integración en la HCE, su interoperabilidad y su portabilidad como derechos del paciente y herramienta clave para los médicos. La digitalización no debe despojar de su esencia el acto de prescripción, sino potenciarlo con mayor seguridad, trazabilidad y respeto hacia la confidencialidad. La protección de los datos y la trazabilidad a través de la huella digital son pilares que, además de evitar fraudes o mal uso, fortalecen la confianza del paciente en el sistema.
La receta electrónica debe ser el reflejo de una medicina digital consciente, humana y centrada en el bienestar del paciente. La integridad del sistema depende de su diseño ético y seguro, donde la tradición médica y la innovación tecnológica convivan en armonía.
* Presidente de la Asociación Médica Argentina