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Nueva etapa del plan económico: un cambio del régimen monetario que apunta a sacar del estancamiento tres temas clave

El Presidente Javier Milei anticipó la entrada en vigencia de un «cambio de régimen monetario» pocas horas después de que el Congreso aprobara la Ley Bases.

Después, el ministro Luis Caputo corrió el velo del primer paso del «programa monetario» que busca darle alguna certeza a los mercados sobre cómo seguirá la política económica, teniendo en cuenta que en junio surgieron evidencias del estancamiento de tres variables clave.

Un anticipo de ese estancamiento lo dio el ministro diciendo que el proceso de las tasas reales de interés negativas frente a la inflación había llegado a su fin y que, desde ese momento en adelante, el Gobierno tenía previsto impulsar tasas en pesos positivas.

Aquella afirmación surgió ante la evidencia de que el proceso de «licuación» de los pasivos del Banco Central estaba llegando a su fin y el viernes lanzó la nueva etapa, en la que se traspasa la deuda del Central al Tesoro.

En el inicio ese proceso que consistió en bajar fuerte la tasa de interés que pagaba el BCRA (40% anual) por sacar dinero del mercado, produjo una traslación de la deuda del Central a deuda del Tesoro que, a su vez, tuvo la intención de que los bancos cambiasen en sus carteras letras del Central por bonos de un Tesoro que históricamente fue considerado más riesgoso.

La economista Marina Dal Poggetto sostiene que «desde que arrancó el programa, la deuda del BCRA por pasivos remunerados cayó de $ 54 billones a $ 18 billones, mientras que la deuda del Tesoro en manos del mercado subió de $ 36 a $ 63 billones a precios de hoy. La primera cayó $ 34 billones y la segunda subió $ 27 billones, la licuación fue de solo 8%».

Y concluye con que ese proceso determinó un aumento de la deuda en dólares en $ 5,5 billones por los bonos Bopreal que le dieron a los importadores y por otras letras emitidas por el Central.

Por el lado de los dólares, la segunda clave, en junio se encendieron las luces amarillas del tablero del Gobierno, a partir de que el Banco Central que venía sumando divisas en forma fluida hasta mayo, dejó de comprar los dólares de los exportadores.

Si bien en las últimas semanas el ministro Caputo se esforzó por reiterar en varias oportunidades que no habrá una devaluación y que el dólar «blend»(exportadores liquidan 80% al mayorista y 20% al contado con liquidación) continuará en julio, pero sin fecha definida, la falta de liquidación de los exportadores, la suba del dólar blue (el viernes estaba en $ 1.365) la ampliación de la brecha cambiaria a 46% y la tasa de riesgo país en 1.432 puntos marcaron la necesidad de los mercados de que el Gobierno emita señales nuevas.

La contracara del traspaso de la deuda del BCRA al Tesoro, sostiene la consultora Eco Go, fue un cambio de la deuda en pesos, hoy casi el 30% es a tasa fija, pero sumando todo lo que vence (incluyendo Bopreales y organismos) hay vencimientos por US$ 39.000 millones en lo que resta del año y por otros US$ 39.000 millones el próximo.

Ese nivel de deuda en un contexto en el que el precio del dólar oficial tiende a atrasarse en términos reales, replantea la necesidad de cambios en el tercero de los puntos sensibles del programa, que giraba en torno a si sería gradual o de shock la estrategia del Gobierno para levantar el cepo cambiario y liberar el tipo de cambio.

Caputo, aunque sin poner fecha, dejó en claro que esa salida será gradual y evitando cualquier «banquinazo» fuerte que ponga en peligro la estabilidad cambiaria.

Por otra parte, el ministro Caputo ya adelantó que busca entre US$ 8.000 y US$ 10.000 millones por un nuevo acuerdo con el FMI que, en la visión de los operadores financieros, serían indispensables para levantar el cepo, evitando otra disparada del dólar que, a su vez, dispare la inflación.

Pensar en el levantamiento del cepo y la liberación cambiaria para este año exigirá de un notable manejo de los tiempos para achicar las expectativas, teniendo en cuenta, además, las diferencias conceptuales entre la posición del Presidente y la del FMI.

Sobre esas discrepancias, el último informe de la consultora 1816 sostiene que «son evidentes las diferencias entre el staff del Fondo y Milei». El Presidente habla de una «competencia de monedas» con stock fijo de pesos, Banca Simons (los bancos captan depósitos a la vista pero con 100% de encaje) y el dólar como moneda de curso legal.

El Fondo, continua 1816, quiere algo más tradicional, estilo Perú o Uruguay: tipo de cambio flexible, el peso como única moneda de curso legal, teniendo al BCRA como prestamista de última instancia y tasa de interés positiva.

Milei empezó a cerrar el debate al anunciar que busca que la base monetaria amplia no varíe más y que la «dolarización va a ocurrir naturalmente» y Caputo, al anunciar el traspaso al Tesoro de la deuda del Central (habrá que esperar la instrumentación) ratificó ese rumbo.

Emitir pesos solo por la compra de dólares para aumentar las reservas del Central y apostar a que los argentinos saquen los dólares del colchón. Ninguna de las dos aparece como una tarea sencilla, pero después de la aprobación de la Ley Bases, el Presidente parece decidido a dar un salto.

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