El aficionado suele pedirle a los futbolistas un compromiso igual al que él tiene con su escudo y camiseta. No es capaz de disociar que son trabajadores a sueldo. Casos como el de Fede Valverde no ayudan a que esto suceda, porque su pacto con el sudor es total en cada partido. Es la clase de jugador que lleva al límite su profesión. La ovación que recibió en el minuto 81 fue la del mejor de un encuentro que no terminó para evitar males mayores. El ‘8’ vuelve a ser imprescindible en el Real Madrid, como con Kroos la temporada pasada. Ni Vinicius, que lo intentó; ni Rodrygo, que metió un gol, y mucho menos Mbappé, al que Brahim, su mejor amigo en el vestuario, dio ejemplo. Un revulsivo que es mucho más que eso y al que el Bernabéu regaló otro aplauso sonoro. Carletto supo agradecer el esfuerzo de sus mejores hombres.
Valverde, cuando la sencillez es lo más efectivo
El Real Madrid y el Atlético solo coinciden en Carabanchel. En concreto, por dos calles bautizadas con los nombres de los equipos, que forman una intersección al lado de otra dedicada al Real Betis. Es la que pone paz en un enfrentamiento crónico que se vivió desde muchas horas antes de la primera parte del Euroderbi. ¿Horas? Más bien días. O años, porque lo primero que hizo la afición blanca fue recordarle a los visitantes y opositores las finales de Lisboa y Milan. Importan, como la historia, sobre todo en los momentos decisivos, aunque en los valles que rodean a las cumbres la clave es la regularidad.
El mejor en esta faceta es Fede Valverde, de ahí que su inclusión o no en el once de Ancelotti era decisiva. Tardó más de la cuenta en informar sobre los protagonistas de la ida. La duda se resolvió del modo más razonable para los intereses del conjunto blanco, aunque tenga las peores consecuencias para un futbolista uruguayo que acumula minutos por encima de las posibilidades que otros no aguantarían. Es la quintaesencia de la polivalencia, un valor aún mayor que el del compromiso, lo que reclama Ancelotti en cada partido a sus discípulos.
Es difícil encontrar un lateral derecho mejor que él, a pesar de su forzosa reconversión. Ha superado en la rotación a Lucas Vázquez y, como demostró en el primer tiempo, se permite el lujo de operar con la trascendencia de Carvajal. El primer gol del Real Madrid nace de sus botas y del instinto por buscar siempre el marco rival sin resguardar el propio. Una parábola que desnucó a un errático Javi Galán, al que auxiliaron sus compañeros para evitar el mayor de los sufrimientos contra Rodrygo. Después ya contó con la asistencia de los centrales que fallaron en el 1-0.
Brahim anula la melatonina de Simeone
Valverde se basta él solo para echarse encima a un Real Madrid que empezó bien, pero terminó viendo como el Atlético se rearmó emocionalmente tras el barrido estelar de Julián Álvarez. El lateral, mediocentro o extremo del Real Madrid se anticipó antes del empate a Samu Lino para despejar y evitar que el brasileño la empujase sobre la línea de gol. El ‘8’ más multiplicado de la historia, que, estando por encima de su más alto nivel físico, da ejemplo al resto de sus compañeros. Si pudiera, Ancelotti le clonaría para acompañar a Tchouaméni y Camavinga en un doble pivote sufridor.
La ejemplaridad es otro de los atributos que le son propios a Brahim, el hombre que mejor entendió cómo girar a un Atlético que se había amodorrado con el 1-1 que tan bien le sabía para la vuelta. El internacional con Marruecos ya fue decisivo en Mánchester, con un tanto que perfiló la remontada y, finalmente, la eliminatoria. El jugador que en principio no quería Ancelotti, y por ello tuvo que excusarse tras las prolongadas ausencias en su regreso, es fundamental en la vida europea del Real Madrid. Dio ejemplo a una tropa que se había puesto a merced de un Atlético que buscaba dormir el partido.
«Jugar aquí es algo increíble y único. Cuando vistes esta camiseta, tienes que darlo todo. Hemos hecho un partido completo, el gol sirve para la victoria, pero falta la vuelta. Hemos tenido siempre equilibrio, aunque nos vinismo un poco abajo con el empate. Sin embargo, empezamos bien en la segunda parte. En cualquier momento te la podemos liar y lo hemos vuelto a demostrar. En Champions cualquier detalle marca la diferencia», aseguró Brahim tras la victoria.
Fue el partido de los que mejor entendieron lo que suponía. En el caso de Ancelotti no había demasiado margen para los inventos. Modric para aposentar y lo demás, para Valverde. Porque todavía tuvo tiempo para cortar una contra de Julián Álvarez e intentar el 3-1 en el córner. Mientras, Simeone, con su ritmo escalonado de cambios, se debatió entre el miedo y la prudencia. Aunque su sistema es una metamorfosis de sentimientos que pasa por todos los estados. El de la vuelta, tendrá que tener forma de remontada, si no quiere acabar pagando la cuenta de siempre con el Real Madrid.