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Milei presiona al Senado para aprobar el régimen de inversiones porque peligra una obra clave en Vaca Muerta

La petrolera nacional y la malaya Petronas planean construir una planta de licuefacción. Se evalúa que el JP Morgan intervendrá con un financiamiento de casi 30.000 millones de dólares.

Adrián Ventura

El presidente Javier Milei presiona por la aprobación de la Ley Bases y el paquete fiscal (Foto: TN/Nicolás González).

El presidente Javier Milei presiona por la aprobación de la Ley Bases y el paquete fiscal (Foto: TN/Nicolás González).

El presidente Javier Milei presiona para que el Senado apruebe la Ley Bases y el paquete Fiscal. Está en juego la gobernabilidad, un aumento de la recaudación y multimillonarias inversiones en petróleo y gas en Vaca Muerta.

El JP Morgan, el mayor banco de los Estados Unidos, marcó muy bien el problema: el jueves último, en un informe, señalo la necesidad de que Milei logre el apoyo del Congreso, para mostrar sostenibilidad de sus políticas y para, luego, levantar el cepo.

Leé también: El Senado espera una larga sesión por la Ley Bases y el paquete fiscal, llena de tensión y con final abierto

Pero el reclamo del JP Morgan, en realidad, tiene un significado mucho más profundo: están muy avanzadas las conversaciones entre el presidente de YPF, Horacio Marin, y la petrolera malaya Petronas para construir una importantísima planta de licuefacción y se evalúa que será esa entidad bancaria la que financie una inversión de casi 30.000 millones de dólares.

El Presidente espera que sus proyectos salgan airosos de la sesión que se realizará en la Cámara Alta. Diez gobernadores del PRO y otros del PJ dieron apoyo. También se intentó convencerlo a Axel Kicillof, pero se mantendrá fiel a los preceptos de Unión por la Patria. El mandatario bonaerense no apoyará siquiera el RIGI. Pero Milei necesita un triunfo. Un voto de más le alcanza. La aprobación en general no peligra. Aunque sabe que la batalla será agónica y dejará algunos jirones en el camino de las votaciones en particular. El kirchnerismo apuesta al fracaso y, eventualmente, a una alianza con el radical Martín Lousteau.

Milei precisa dejar atrás semanas muy difíciles. Movimientos del tipo de cambio, caída del valor de las acciones y bonos y suba del riesgo país, problemas de gestión en Capital Humano y en Jefatura de Gabinete, alejamiento de numerosos funcionarios.

Por eso, en los últimos días, Milei, el ministro de Economía Luis Caputo y Federico Sturzenegger se preocuparon por subrayar los primeros datos de la recuperación económica -un rebote prometedor, más que crecimiento-, hablan de la recuperación del salario en abril y le meten presión a los senadores para que aprueben aquellas leyes.

Hay algunos datos reales que permiten imaginar una luz. En mayo, la industria, la construcción, la venta de autos usados y el consumo minorista arrojaron datos intermensuales positivos, todo un paliativo frente a un derrumbe generalizado. Y ayer, con la intención de mostrar una franca recuperación, la Oficina del Presidente sostuvo que en abril el salario creció 16.1%, el doble de la inflación, que fue del 8,8%.

En realidad ese número, exagerado, es el resultado que arroja el Ripte, influido por los aportes a las jubilaciones. Pero la trepada no es real: el crecimiento promedio de los salarios privados fue de 3,9% encima de la inflación. En el propio Gobierno admitían que la Oficina del Presidente había incurrido en un desborde de entusiasmo.

Pero el entusiasmo choca con la realidad. Milei necesita de la aprobación de ambas leyes para mostrar gobernabilidad, es decir, capacidad para llevar adelante sus inversiones. Las provincias necesitan hacerse de fondos de la recaudación, cuando ni siquiera tienen asegurado el pago del aguinaldo. Y las inversiones demandan el RIGI, que genere estabilidad a largo plazo. Basta con observar que Vaca Muerta, el segundo yacimiento shale más importante del mundo, está subexplotado: apenas se aprovecha el 8% de su potencial capacidad.

La construcción de una planta de licuefacción, además de la construcción de oleoductos y gasoductos, le permitiría a la Argentina exportar 30.000 millones de dólares anuales.

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