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Los libertarios, Astiz y el Mundial 78

Opinión

Una reflexión en el día internacional del detenido-desaparecido.

El gobierno que hoy reprime jubilados indefensos lleva en sus entrañas el sello de la dictadura. En el día internacional del detenido-desaparecido, todavía repercute la visita de sus diputados a genocidas condenados por delitos de lesa humanidad. Una foto sintetiza el encuentro donde aparece Alfredo Astiz semitapado, el mismo marino que se jactaba de saber matar y gritaba los goles de la selección nacional mientras torturaba en la ESMA durante la Copa Mundial del ’78.

Esa foto pinta la aldea de esta época, diría Tolstoi, plagada de nostálgicos de la esvástica, fascistas que reverdecen y redes sociales que agitan el fantasma del comunismo. En la Argentina sabemos muy bien qué es el terrorismo de Estado y su plan sistemático para llevarlo a cabo. Conocemos las consecuencias que se quieren edulcorar o directamente negar desde hace años.

El deporte pagó un saldo demasiado alto entre 1976 y 1983. Hubo más de 220 atletas desaparecidos o asesinados por el régimen de Videla y sus continuadores que reivindica la actual vicepresidenta Victoria Villarruel.

Hubo un Mundial ’78 regado de corrupción mientras se torturaba y arrojaba vivos al mar a argentinos anestesiados con pentonaval.

Hubo clubes manejados a su antojo por militares que violaron los derechos humanos en el ejercicio del poder: Carlos Alberto Lacoste en River, Luciano Benjamín Menéndez en Talleres de Córdoba y Carlos Suárez Mason en Argentinos Juniors, por citar los casos más difundidos.

Hubo un Plan Cóndor cuyo centro operativo fue Buenos Aires y permitió que siguieran al atleta tucumano Miguel Sánchez en Brasil para secuestrarlo en Villa España, partido de Berazategui, cuando regresó de la maratón de San Silvestre en San Pablo pocos días después.

Hubo un club grande como San Lorenzo, desarraigado de Boedo en 1979, y que hoy vuelve a ser amenazado bajo otra modalidad: la hipotética intervención para transformarlo en una Sociedad Anónima Deportiva (SAD).

Hubo una guerra en Malvinas donde la oficialidad estaqueaba a colimbas en las islas mientras se empezaba a disputar el Mundial de España en 1982. La rendición ante los ingleses sucedió al día siguiente de la derrota argentina contra Bélgica en el debut de la Copa.

Hubo jerarcas del régimen cívico-militar a quienes se les otorgó la condición de socios honorarios en distintas instituciones deportivas.

Hubo un representante de la dictadura en el comité ejecutivo de la FIFA hasta bien entrada la democracia, el mismo Lacoste. Hubo un Ente Autárquico Mundial ’78, el EAM, que dejó una deuda para el país de 517 millones de dólares, unos 400 más que los pagados por España en la siguiente edición de la Copa del ’82.

Hubo también deportistas, entrenadores y árbitros que se pusieron al servicio del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional como represores o agentes de inteligencia.

Cuando se escuchan voces nostálgicas de aquella etapa y se reivindica lo actuado, el gobierno de extrema derecha de Javier Milei aparece en toda su dimensión brutal. Su objetivo y el de los capitalistas que lo utilizan como instrumento, es entregar los clubes argentinos a diferentes grupos económicos. Casi cincuenta años después, el ideario de José Martínez de Hoz revive en el espíritu libertario. En el día internacional del detenido desaparecido supone una farsa que repite nuestra tragedia iniciada en 1976.

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